miércoles, 15 de junio de 2022

 GARDEL, SAN ISIDRO Y EL TANGO.

 Por Jorge Tirigall.


Es digno de destacar el paso de Gardel por San Isidro, pero lo más notable sin duda, fueron sus cinco actuaciones durante los últimos seis meses en Buenos Aires.

Veamos entonces por orden cronológico aquel lejano 1933.

El 13 de mayo se presenta en el Cine Acassuso, hoy desaparecido, sobre la calle 9 de Julio al 500 como parte de las celebraciones de San Isidro Labrador contratado por el entonces intendente Mario Lambertini. Cuenta una hija del citado Aída Lambertini de Muñiz que esa noche el Intendente y el “Zorzal” se disgustaron porque éste pretendía que ingresara la gente que había quedado en la puerta sin  acceder a la sala y el Intendente se rehusaba a permitirlo si no abonaban su correspondiente entrada.

Un mes exacto después, el 13 de junio se produce  la segunda presentación en la Avenida Santa Fe 1860 de Martínez.

Fue en el cine Astro, hoy el predio está ocupado por una sucursal del Banco Francés; se firmó el correspondiente contrato que aseguraba la presentación José Razzano en carácter de apoderado de Gardel.


            

                 Contrato para la actuación de Carlos Gardel del 13/6/33.

El cine, propiedad de Ido Bentivogli, ofrecía a su personal de boleteros y acomodadores la posibilidad de utilizar la sala en su usufructo los días que regularmente no había actividad para que de alguna manera pudieran incrementar sus ingresos.

Por entonces Víctor Ruano, vecino de Martínez, era director de Radio Callao y su esposa era habitué del cine Astro. Alguien del personal apellidado Galindo se atrevió a proponerle a la dama que a través del contacto de su esposo con las figuras del espectáculo pudiese gestionar la presencia de tan prestigioso cantor.

Felizmente la gestión llegó a buen puerto y ese día además del matrimonio estaban en la sala dos entrañables amigos de Gardel, Irineo Leguisamo y Francisco Maschio, que ya a sabiendas de la inauguración del Hipódromo de San Isidro había establecido su stud “Yeruá”, el mismo nombre que aquel de la calle Olleros en las Lomas de San Isidro.

Testigos presenciales certifican que Gardel inauguró su actuación con el tango “Leguisamo solo” en homenaje al amigo presente.

Enrique Leonardi, propietario del cine Select también de Martínez, destruido por un incendio cuenta que Gardel al enterarse el motivo para el cual se destinaba lo recaudado no quiso cobrar un centavo por su actuación. Cabe acotar que Gardel había prometido su asistencia a la inauguración del Hipódromo de San Isidro, promesa que no pudo cumplir al producirse la tragedia de Medellín el 24 de junio y la  inauguración  se concretó el 8 de diciembr

La siguiente presentación fue el 22 de septiembre en el Real cine Teatro Stella Maris propiedad de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Cultura "Dante Alighieri" de San Isidro, sito en Martin y Omar 399. Este cine cambió en varias oportunidades su denominación siendo ellas Las Flores, Mignon y San Isidro.

Recuerdos anecdóticos de aquella velada fue el corte de una cuerda en la guitarra de Riverol que este con suma prisa reparó antes que Gardel concluyera con su canto y la escasa asistencia que apenas cubría media sala. Cuentan los testigos presenciales de aquella visita, que Gardel llegó con su automóvil que luego se retiró y sus guitarristas, en tanto lo hicieron en el tren del alto.

Culminada la actuación todos juntos emprendieron el retorno a la Capital, haciendo un alto en el café La Covacha, esquina de Belgrano y Acassuso, propiedad del vecino Mauricio Ramírez donde a pedido de los parroquianos allí presentes accedió a hacer algunas canciones.

Se daba así la cuarta presencia de Gardel en aquel 1933.

La quinta y última se produjo el 5 de noviembre en el stud "Yeruá” sobre la calle Von Wernicke a   metros de Diego Carman.

                                       

Esa propiedad fue pasando desde que los herederos de Francisco Maschio se desprendieran de ella siendo los primeros en adquirirla los hermanos Moscón. Uno de ellos con su seudónimo de Juanca Tavera también fue otro de los tangueros ilustres de este suelo.

De los Moscón pasó a ser propiedad de Bianchi otro empresario local para ser en la actualidad Urrutti y asociados, empresa dedicada a la actividad inmobiliaria.

Algunos de los asistentes a aquella multitudinaria reunión que servía para despedir al cantor de la gira de la que no retomaría fueron los jockey Irineo Leguisamo, Carlos Ferragut, Alfredo Peluffo, Genaro De Palma, Jorge Mernies y Julio Iberra, los cuidadores Francisco Maschio, Nicolás Berazategui, Wenceslao Borgonovo, Luis Saini, Emilio Ridella, Bartolomé Cardinali, Juan Mariotti, Ángel Penna,Germán, Vichera, Ambrosio Elnen y José Bordón, los veterinarios Tubal Rodrigo, Humberto Caraciocciolo, los dueños de caballos de carrera Jorge Ravier, Roberto Coquet, Lauro Vericiarto y Eulogio collado además de gente del espectáculo como los hermanos césar y Emilio Ratti, Raúl rosales, los guitarristas Julio vivas, Guillermo Barbieri, Horacio Pettorossi y domingo Riverol, el cronista de turf Arturo Gavasso, otros personajes del turf como Alfredo Frigerio, José Pesce, Antonio De Luca, Atilio Balzano, “Chico” López, Francisco Bigliolia, Guillermo Liparelli y Gregorio Bidegai. Estaban también el centro tradicionalista Leales y pampeanos de Avellaneda representado por Horacio Orquin, Roberto Roncayoli, Amadeo Desiderato y Santiago Rocca.

Otras personalidades presentes fueron Armando Defino, Adela Blasco Defino, Isabel del Valle, Emma Rodríguez, Juan Bocasso, Antonio Sumage y Ramón Maschio.

Después de la medianoche se hizo presente la orquesta de Edgardo Donato.

De aquella  reunión  es  la  fotografía  en  primer plano de Gardel, sentado con un bandoneón desplegado sobre sus rodillas teniendo de laderos a izquierda y derecha a Irineo Leguisamo y Francisco Maschio en idéntica pose.

Otra cosa que merece destacarse son los hitos que recuerdan a Gardel en San Isidro. El primero de ellos una placa descubierta por la Asociación "Hijos y Amigos de San Isidro", que data del 24 de junio de 1989 y donde fue orador Jorge Tirigall en el mismo.

Sitio que antes ocupara el Cine Real el Centro Cultural del Tango Zona Norte. Academia Correspondiente de la Academia Nacional del Tango colocó la suya el 24 de junio de 2004 siendo oradores los Sres. Rodolfo Omar Zatti y Rubén Fiorentino.

El 11 de diciembre de 2006 en el Hipódromo de San Isidro la Asociación Gardeliana Argentina descubrió un busto obra del escultor español Santiago de Santiago.


                          Busto a Carlos Gardel en el Hipódromo de San Isidro.

El 24 de junio de 2008 en el sitio donde otrora estuviera el stud “Yeruá”, hoy Urruti y asociados el Centro Cultural del Tango Zona Norte descubrió una placa teniendo de orador al Sr. Rubén Fiorentino.

                              Actualmente placa en donde estaba el Stud "Yeruá".

El 11 de diciembre de 2012 el Centro Cultural del Tango Zona Norte descubre una placa en la Plaza Carlos Gardel de Beccar que se agrega a otras que ya habían colocado en ese puntual sitio otras entidades. Son oradores en el acto los Sres.Tirigall y Fiorentino.

Dupla esta que se repite convocados  por el Centro Cultural del Tango Zona Norte en el desaparecido Cine Astro de Martínez, lugar ocupado hoy por una sucursal del Banco Francés fue el 13 de junio de 2013 al cumplirse el octogésimo aniversario de la presencia del “Zorzal” en ese sitio puntual.

También la Asociación “Hijos y Amigos de San Isidro y San Isidro Tradicional colocaron otra placa en lo que fuera el Cine Acassuso, 9 de julio 525, hoy San Isidro Plaza Hotel.


Jorge Tirigall: nació el 25 de octubre de 1929. Realizó sus estudios primarios y secundarios en San Isidro. Los primeros en el colegio Parroquial Carmen Arriola de Marín y los segundos en las Escuelas ArgentInas de Educación profesional (N°4).

Trabajó algunos años, durante la presidencia de María Marín, en ayuda social en San Isidro. Se jubiló en 1989, luego de cuarenta y dos años de trabajo siendo jefe de departamento, Área de Contraloría de la empresa Standard Electric-Siemens. Integró la Comisión Directiva de la Asociación San Isidro Tradicional. Actualmente preside la peña "Los cien del Reencuentro" es  Secretario administrativo de la peña de tango Rescate y Secretario de la Asociación "Hijos y amigos de San Isidro". Es socio fundador de las res instituciones. Es colaborador del Centro Cultural del Tango (Zona Norte) Su dilatada labor de investigación sobre el pasado sanisidrense se volcó no solo en artículos en periódicos: Prensa Chica, Costa Norte, La República de San Isidro, La Calabria, y revistas: El Mirador, Recuerdos de la historia vecinal sanisidrense, Divisadero Norte, sino también en conferencias y en la presentación de proyectos propios en el Honorable Concejo Deliberante de su partido.                          

Designado como jurado, por la Municipalidad de San Isidro, integró la Comisión que clasificó los conjuntos musicales en el festival  "El Retoñar de Algarrobo". Dedicado como hobby a la música, integró el conjuntos de Juanca Tavera durante once años y dirigió la Wilmington Jazz durante los años cincuenta.

Con orgullo siempre comenta que el respetado historiador sanisidrense Alfredo Monga lo calificó de investigador de nuestro cercano pasado.

Jorge Tirigall afirma que su título más querido es el de ser quinta generación de Sanisidrenses y nos deja plasmado su intensa labor de investigación que refleja a sus pagos, en su libro "San Isidro, algo de nuestro ayer". Actualmente es el presidente de "Hijos y Amigos de San Isidro".


 

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 GARDEL EN LA PLUMA DE LOS POETAS.

 Por Rubén Alberto Fiorentino.

                                Fragmento de fotografía en una escena de la película Cuesta Abajo.

Había una vez un mozo, morocho de franca sonrisa y pelo engominado, que al descubrir un zorzal en su garganta salió a recorrer el mundo creyéndose cantor. Algunos dijeron que era un mago, otros que nunca existió o que acaso lo inventó el ideario colectivo…Vaya a saber quiénes resultaron más certeros en sus juicios. Lo cierto es que el mozo en cuestión se convirtió en leyenda, leyenda que contrariamente a lo que muchos aseguran comenzó a gestarse mucho antes de su trágica e inesperada partida. Comenzó a escribirse cuando los bardos descubrieron en él al referente, al ídolo popular, al que sobresale del resto, al mejor amigo, al más pintón, al que cada día canta mejor…

Tal vez, Celedonio Esteban Flores, “El negro Cele”, como cariñosamente se le decía fue el primero en vislumbrar esas condiciones y en su inmortal esquina de Corrientes y Esmeralda lo instaló para los tiempos. Por cierto, no fue el único, muchos otros se encargaron de volcar en su pluma conceptos laudatorios que redundaron en canciones, poemas, historias que quise condensar en este pretendido homenaje. El culto a la figura de Gardel iniciado por los poetas se afianza en la tarea de difusores gardelianos desde el recordado Julio Jorge Nelson hasta nuestro entrañable amigo que se nos adelantó en la partida, Rolando Polito y se reafirma en nosotros que aprendimos a diferenciar entre el cantor de moda y el fuera de serie, el que aparecerá una vez cada mil años o nunca más…

Con el chambergo ladeao y un lengue blanco en el pecho, ya se creen con el derecho de hacerlo al Morocho a un lao. Pantalón afrancesao con taquito carretel, ¿qué hacemos con el cartel? Salgan, ñatos, del engaño, que, aunque transcurran mil años no habrá otro Carlos Gardel. –expresaba Alfredo Santos Bustamante en la milonga No hay otro Carlos Gardel que lleva música de Ángel Mazzolla y grabara Jorge Vidal con acompañamiento de guitarras.

Es evidente que Gardel establece un hito. Cierta vez, conversando con José Gobello sobre la llamada “década de oro del tango”, esa que se extiende desde fines del treinta y nueve hasta comienzos del cincuenta, el académico del lunfardo no coincidía en denominarla así, justamente porque en ella no estaba Carlos Gardel. Pascual Contursi fue el padre del denominado tango canción con su inolvidable Mi noche triste y Gardel fue quien inventó la forma de cantarlo. No hubo un antes, solo un después, de los que vinieron atrás, pero aquel modelo original jamás pudo ser mejorado, a pesar de las tecnologías superadoras que le otorgaron más chances a los buenos intérpretes que le sucedieron. Está tan fresca la imagen de Gardel instalada entre nosotros que nos parece mentira que su presencia terrena no le bastó para conocer la Corrientes ancha, el obelisco o concurrir a la inauguración del Hipódromo de San Isidro, hecho ocurrido el 8 de diciembre de 1935. “A través del tiempo y la distancia” como gustaba decir Nelson, Gardel sigue instalado en lo cotidiano, es el referente que premia a los mejores de cada rubro, el que nos sonríe desde la foto del colectivo, el que se muestra “eterno como un Dios o como un disco”, como imaginaba Humberto Constantini. Es el que nos hace el obsequio supremo de su canto desde los surcos de un disco con asma como asegura Horacio Ferrer, es alternativamente “el mago”, “el mudo”, “el bronce que sonríe”, “el troesma”, “el zorzal” o acaso simplemente “el morocho”, ese que comenzó a tallar fuerte en las lides del canto al lado del oriental.

Y así lo recuerda Enrique Cadícamo en aquellos versos escritos para la milonga El morocho y el oriental: “Ah, café de aquel entonces de la calle Olavarría, donde de noche caía allá por el año once... De cuando yo, en mi arrabal, de bravo tuve cartel. Y el Morocho era Gardel y Razzano El Oriental”.

Los bardos de la lírica porteña lo tienen siempre a mano para cantarle las loas que justicieramente se ganara, para ponerlo al frente de los ilustres finados del cancionero popular o para hacerlo juez supremo de un tiempo que ya no es el de antaño, con la esperanza que Carlitos, despliegue toda su magia y retrotraiga las cosas a los momentos que más nos gustaron, o por qué no, para que salga disparando cargado de indignación., tal como imagina Juan José Correia en ¿Qué te pasa Buenos Aires?

Todas las variables fueron contempladas y este trabajo de investigación y recopilación que me llevó por los caminos del canto, de la poesía y de los comentarios tratará de mostrarlo.

En materia de gustos no hay nada escrito, asegura un viejo dicho y realmente debe ser así. A la muerte de Gardel le siguió un cortejo de poemas necrológicos, de una factura exquisita algunos, pero que no dejan de ser necrológicos. Parecía que la mayoría de los poetas habían asumido el rol de viudas…Se me ocurría ¿Por qué ponerle tristeza a quién desde algún lugar nos sigue iluminando con su sonrisa eterna? Prefiero recordarlo de otra manera, morocho, glorioso, engominado, con sus inseparables escobas que aún lo seguirán acompañando en el otro mundo, “si es que hay un mundo pa´ los que se piantan” como versificaba Julián Centeya, aquel oriundo de Parma, Italia que se convirtiera en más porteño que el mismísimo obelisco. Me place imaginarlo convertido en patrón, en dueño absoluto de un tiempo, el tiempo de Carlitos y ubicarlo en un lugar cualquiera, por ejemplo, en Rivadavia y Rincón…Como lo sitúan José Razzano y Catulo Castillo en el mítico “Café de los angelitos”

Lo de ubicarlo en un tiempo pretérito resulta a todas luces lógico, fue el tiempo donde desplegó todo su arte, el tiempo en que en públicos de distintas latitudes enrojecieron sus manos de aplaudirlo. Tiempos en que las carteleras lo anunciaban con letras rutilantes, tiempos donde la prensa se encargaba de este cantor de origen humilde y un talento tan grande como sus ilusiones, que salió a conquistar el mundo logrando su propósito. Pero claro, nuestro si se quiere egoísmo, va siempre por más y un poeta de los quilates de Horacio Sanguinetti concibió en versos un deseo que abrazamos sin distinción todos los gardelianos, “me hubiera gustado verte, Carlitos Gardel añoso, con el cabello canoso, pero tenerte, tenerte”…

Gardel siempre está presente en la vida cotidiana, en un final cabeza a cabeza cinchando por el amigo dilecto “Leguisamo solo”, en los sueños del purrete que aspira a la consagración pegándole a la redonda para “ser como Ochoíta, el crack de la afición”, en la nostalgia del que abandonó el terruño y ahora ansía más que nunca “Volver”, en ese “Barrio pobre” cual las ropas de sus gentes que nos confiaba su garganta, en el esforzado padre que labura sin cesar para que el hijo pueda doctorarse, tal como lo describe “El morocho” en “Giuseppe el zapatero”, en la mujer castigada por la vida que aún se emociona contemplando una muñeca, como sabía expresarlo en “Alma de loca” y lo que es más difícil sin duda, estar presente en los tangos que jamás cantó… Decime bandoneón, qué tango hay que cantar, no ves que estoy muriéndome de pena.

Yo sé que en tus archivos se quedó un tango que Gardel nunca cantó. –como versificaba Cacho Castaña en ¿Qué tango hay que cantar?

Hablando de temas que jamás cantó la investigación me rebela una notoria curiosidad, la dupla Gardel-Lepera compuso una importante cantidad de canciones destinadas, en la mayoría de los casos, a ilustrar las películas que “El Zorzal” filmaba para la empresa Paramount. No obstante, una de ellas, incluida en uno de los filmes, fue bailada por nuestro evocado, pero no fue cantada. Se trataba del tango “Viejos tiempos” que años más tarde grabara un antiguo vecino de este partido, Aldo Campoamor con la orquesta de Juan Canaro. Esas perlitas que lo relacionan con San Isidro como aquel paso por el colegio salesiano donde el padre Castiglia, que años más tarde fuera el fundador del centenario templo San José de la calle Diego Palma, era su maestro de catequesis o también aquella foto de 1933 en la que aparece Gardel al centro, sentado con un bandoneón desplegado sobre sus rodillas con dos laderos ilustres en idéntica posición, tomada en el stud ”Yeruá” propiedad de Francisco Maschio en la calle Von Wernicke llegando a Diego Carman en oportunidad de despedir a Gardel que partía a la gira de la que nunca regresaría…pero claro tal vez abuso de un fanatismo por el suelo que nos cobija, los poetas encontraron más razonable recordarlo por ejemplo Héctor Negro que lo sitúa en un lugar emblemático de Buenos Aires como el Viejo Tortoni: Se me hace que escucho la voz de Carlitos, desde esta "Bodega" que vuelve a vivir. Que están Baldomero y aquel infinito fervor de la "Peña", llegando hasta aquí.

En Teoría sobre Gardel, un trabajo de Héctor Negro, el bardo decía que “jamás hay que confiarse poetas”, en alusión a lo expresado por Humberto Constantini en su poema Gardel donde acota “para mí lo inventamos, seguramente fue una tarde de domingo”, por eso esta cita que pasaré a relatarles resulta francamente descabellada. Pero historias son historias y no es mi espíritu ponerlas en tela de juicio. Los que somos padres o alcancemos en un momento de nuestras vidas esa condición, después de la euforia que provoca el nacimiento de la criatura y la confirmación del buen estado de salud del vástago y su madre deberemos, ineludiblemente cumplir el recaudo civil de anotar al nuevo ser con una filiación propia. Seguramente todos debimos o debamos enfrentar sugerencias que nos quieren condicionar a elegir tal o cual patronímico. Oigamos como resolvió la situación este gardeliano de ley como es Francisco Oscar Cittadino en Sin pensarlo: “Mi opinión estuvo ausente mientras ellos discutían, más nombres que por la guía flotaron por el ambiente. Luego, con tono sonriente saludando hasta más ver, doblé tranquilo el papel, fui al Civil y sin pensarlo... Le puse “Carlos Romualdo igualito que Gardel”...

Hay en nuestra vida de Nación una década a la que muchos no dudaron en tildarla de infame, eran los llamados años de la crisis, de las componendas y pactos a espaldas del soberano, cuando a Corrientes la hacían crecer a lo ancho y a Yrigoyen le escribían el diario. Una época que caló hondo en los nativos e inmigrantes, principalmente “tanos” y “gallegos” que debieron padecerla. Una época que no podía pasar desapercibida por los creativos de la canción popular que toman la posta de ser cronistas del tiempo que les toca vivir y la describen con lujo de detalles. Por supuesto esa fue la década del treinta, aunque otras posteriores, como acaso la actual intentan emularla. No obstante, como aquella bandera desplegada en Japón en ocasión de una contienda deportiva, podrán imitarla, pero igualarla jamás, porque en ella se percibe triunfal la presencia de Carlitos… -tal como expresa Héctor Méndez en Yo soy del treinta-

No necesariamente el recuerdo de Gardel está presente en los temas musicalizados, un sinnúmero de poemas se ocupan de él, de su vida y de su muerte, cuando a decir de Héctor Gagliardi: “lloraron hasta los hombres que lloran solo una vez”…No es casual que ello suceda, tamaña figura no podía generar otro tratamiento. Entonces, las grandes plumas de su tiempo volcaron todo su afán en exaltarlo, en alimentar ese mito que se estaba gestando en el corazón del pueblo que lo convirtió en su máximo ídolo y sin duda fue justicia. Esta investigación que me llevó a explorar todas esas vertientes acaso nunca podrá ser completa, porque siempre, con mayor o menor fortuna, habrá un poeta dispuesto a querer describir en versos a quien desde el bronce nos sigue sonriendo a perpetuidad como asegura Julián Centeya.

“Sigues estando en las cosas que conjugan el verbo de los días, permaneces en el domicilio del tiempo, existes, y es en tu siempre hallada voz vertical que nos transitas originando el milagro. Una indivisible devolución elemental de las cosas que registran, por ejemplo –digo, por ejemplo-, en aquel pasao de chatas y de rosas, la pared demorada, una trastienda, una lonja de barro que mide la casa del arrabal desolado y todo un cielo de nubes pardas y el olvido pedido a la copa de ajenjo. Contrapinta carpetera, sin balurdo, cadenera, nunca tendrás parecido. Devuelto en el acento de tu acento cabeceado, inalcanzable, único, el más impar, el solo, el eternizado, al evocarte en figura y el nombre, quiero decirme que en tu canto se domicilia, -¡única!- la honda raíz del hombre”. A pesar que los orígenes del tango son ubicados por los estudiosos a finales del siglo XIX y que Carlitos recién comienza a entonarlos en 1917 no es descabellado vincularlo con la gestación de este género que se inició sin más pretensiones que el baile y con el advenimiento del “Morocho del Abasto” y una pléyade de inspirados que dotan a la melodía inicial de letras que narran, en el breve lapso de aproximadamente tres minutos, sentidas historias de vida, se convierte en la canción ciudadana. El poder de síntesis alcanzado por los tangos es realmente una cosa por demás notable y digna de los más conceptuosos elogios. Pero antes de seguir ahondando en este crecimiento oigamos las reflexiones que nos hace Jorge Sassón en su Historia del tango. “Tango, tu pueblo te saluda y evoca triste el día aquél, en que sufriste fatal y cruel el maldito revés de la suerte, que equivocada trajo la muerte del gran Carlitos Gardel!”

La presencia de Gardel en la pluma de los poetas afines al tango es una constante. Hombres y mujeres versificaron sobre aquel morocho con berretín de cantor que comenzaba a gestar sus mentas, allá por el abasto. Es más, algunos reinciden una y otra vez con la manía de evocarlo, casos concretos de Horacio Sanguinetti en Milonga para Gardel o Discos de Gardel, Celedonio Esteban Flores en sus tangos Corrientes y Esmeralda y Gardel en Paris que lleva música de Nolo López y sus poemas Carlitos y Jilguerito criollo o acaso Leopoldo Díaz Velez, que se hace presente con La mesa del tango y Tango a Gardel que concibe hacia el año 1957 con música del recordado Ángel Vargas. “El ruiseñor de las calles porteñas” no tuvo oportunidad de grabarlo porque la vida nos lo arrebató antes, pero si Leopoldo que también despunta el vicio de cantar y lo lleva al disco en 1979. Pero claro, aún no hable de ellas y es justo que recuerde a Dorita Zárate, autora de una formidable página que tituló Zorzal algunos de sus pasajes en los que vale la pena detenernos. “Morocho de ojazos negros y chambergo requintao, Pañuelo florido al cuello y zapatos charolaos. Cantaba sentidos tangos con su voz sentimental, y allá en su barriada humilde le llamaban el zorzal”. No son los únicos trabajos al respecto cuya autoría corresponde a las damas. La investigación me llevó a toparme con muchas obras como por ejemplo Herencia de Nélida Vázquez. El atrapa corazones de Silvia Spitalnik, como Gardel y Es un soplo la vida de Martina Iñiguez. Cantando nació Gardel de Amanda Ledesma y seguramente habrá otros tantos que se me escaparon en ese afán de búsqueda. Gardel acaparó para si la virtud de ser amado por las mujeres, respetado por los hombres y la de ser admirado por todos. De no ser tan certera esta afirmación no podría concebirse que se vertieran en su honor calificativos tan elogiosos. Como los que escribe Humberto Constantini al imaginarlo “eterno como un Dios o como un disco” o simplemente Don Carlos como escribe Raúl Castro. “Don Carlos y niente piú, qué zorzal ni qué ocho cuartos / Ligador en el reparto de la eterna juventud / Como el flaco allá en la cruz perdonaste a la gilada / Con tu sonrisa pintada en un bondi trasnochado / Si hasta te baten "El Mago" por tu gola engalerada. Troesma de los botijas que junan como es la historia / Tu mirada es divisoria entre trucho y postalina / Sos la cara pensativa de una nami sin un viaje / El símbolo de coraje de una pechera a lo macho / Sos el ala de ese gacho que nunca se tomó el raje”.

 Gardel es el trino de los pájaros en un amanecer radiante, el gladiador invicto de mil combates, el amigo generoso que siempre tiende una mano, el que superando al tiempo y la distancia renace en cada tango, el goleador implacable de una jornada dominguera, el fiel compañero que nunca tuerce el rumbo, el troesma que da cátedra con su sola presencia, el que con mano experta y ojo avizor lleva al pingo a la victoria. Decía Horacio Salas: “lo compartimos como una metáfora nacional, perpetuamente engominado, detenido en medio de una sonrisa, mientras como un mesías inusitado, canta Volver, con la frente marchita…aunque uno sabe que regresará con el mismo rostro fresco, maquillado para el cine en blanco y negro, sin un asomo de arrugas. Un Dios que al decir del poeta español Fernando Quiñones, también canta como un Dios”…

Así primero fueron sus contemporáneos los que cantaron cuando acaso aún no era el mito sino una voz privilegiada que asomaba por el Abasto. Poco a poco también los poetas del libro fueron confesando su admiración sin vueltas ni reticencias como Mario Jorge de Lellis que escribió en su obra Hombres del vino, del álbum y del corazón un poema a Carlos Gardel al que obviamente lo ubica entre “los hombres del corazón”: “Era chambergo y lengue en el abasto, morocho caminar, gran tipo lejos, grababa el corazón en las cortadas y se metía de amigo hasta los huesos”. Hasta un poeta considerado exclusivamente para las élites como Alberto Girri no pudo escapar al hipnótico influjo de Gardel y sin renunciar a su estilo y personalidad también le dedicó un texto donde cuenta: “Y sucedió que, en medio del otoño, comenzaron a verlo día a día, sobrevivió en las madreselvas, de pie junto al farol constante”. Otro talentoso bardo contemporáneo como Héctor Negro se atrevió a ir más lejos aún y desarrolló su Teoría para Gardel… expresando “Y fue Gardel, nomás...Se le hizo el sueño. El sueño de cantor que fue creciendo con él y con su voz desde el Abasto, cuando cantó los cantos de su pueblo”.

Como olvidar en esta cita a Raúl González Tuñón que perpetuó en su pluma aquello de: “Y un día las banderas de los barcos anclados, saludaron solemnes la vuelta de Gardel, las milongas pusieron silenciador al fueye, las palomas del puerto volaron sobre él”…refiriéndose a la llegada al país de los restos mortales del cantor tras el luctuoso episodio de Medellín. Héctor Yánover, por su parte se despachaba con aquellos versos que anuncian: “la sombra de Gardel se escurre por los muros, donde hay carteles rotos que anuncian viejos bailes, la lluvia lentamente ha manchado, de sucios lamparones un tiempo de puñales”… Cadícamo en su libro Poemas del bajo fondo se anota entre los bardos gardelianos con El morocho, en cuyos pasajes recuerda: “Zorzal que entre el chaire de la vieja tropa, de nuestras barriadas, se llegó hasta el centro. Después, ya sus alas, tendió para Europa y el dorado triunfo le salió al encuentro”. Alguna vez expresó Alejandro Dolina: “Muchos de los momentos más intensamente emotivos que he vivido, las más grandes emociones artísticas, se las debo a Gardel. No hay ningún artista que yo quiera o admire como a él. Si estuviera condenado por el resto de mi vida a la percepción de un solo artista, tanto sea un pintor, como un literato o un músico, no dudaría un solo instante en elegirlo a Gardel” quizá se refiera a ese Gardel que, como Troilo, “siempre está llegando” quizá presidiendo ese original desfile que plantea Raúl Hormaza en Cien guitarras: 

“Las violas irán al frente de malvón bien perfumadas,

de malvón bien perfumadas, por un ángel adornadas en color blanco y celeste,

y aunque nombrarlo me cueste es tanto el cariño a él, hágame caso esta vez

pare el tránsito le pido: “Mi Buenos Aires querido”…viene cantando Gardel”.

Narrar las impresiones y sentimientos que despierta Gardel en tantas ilustres plumas demandaría esta y muchas tardes, acaso este quiso ser tan solo un intento que sirvió para reunirnos a poco más de ochenta y tres años de aquel día en que el “Morocho del Abasto” alcanzó la inmortalidad. Esas plumas son voceras de muchos de los que no podemos expresarlo en palabras pero que albergamos idénticos sentimientos, por eso estas jornadas, por eso el desarrollo de esta trama y las de mis colegas disertantes, por eso el compromiso de llevar a Gardel como estandarte en una cruzada tanguera que no tiene pausas y nos encuentra ahora con el máximo representante del canto popular de todos los tiempos, tributando este homenaje en el centésimo cuadragésimo aniversario de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y Cultural “Dante Alighieri” que generosamente abrió sus puertas para contenerlo.


Rubén Alberto Fiorentino: es nacido en San Isidro, Provincia de Buenos Aires el 4 de mayo de 1950. Cursó estudios primarios y secundarios completos y también cursó estudios de periodismo. Fue trabajador activo hasta julio de 2016, tiempo en que comenzó a gozar de su jubilación. Fue conductor de ciclos radiales, presentador de espectáculos, Incursionó en la poesía y la narrativa breve obteniendo éxitos en algunos de los certámenes que participó. Fue socio fundador y desde 2007 ejerce la presidencia, del Centro Cultural del Tango Zona Norte, Academia Correspondiente de la Academia Nacional del Tango. Antes de la obligada cuarentena era un participante activo de la movida cultural de Zona Norte del conurbano bonaerense en reuniones organizadas por el Círculo de Poetas de Boulogne, grupo literario Palabras vivas y SADE Filial Zona Norte. Actualmente participa como columnista de ciclos radiales y una revista virtual.


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 GARDEL Y EL TURF.

 Por Haydeé Margarita Sosa.

              

Criada entre pura sangre y trabajadores de esta actividad que dieron en llamar “el deporte de los reyes”, jamás me pude sustraer a ese inmenso cariño que le dispensaban al mayor cantor popular de todos los tiempos, todos los que conformaban ese ambiente, propietarios, vareadores, cuidadores, jockeys, etc.

Para certificar mi pertenencia a ese singular espacio bastaría citar acaso a mi tío abuelo Justo Sosa que fue sereno de noche del stud “Yeruá” de Lomas de San Isidro y de mi padre también vinculado al medio en un establecimiento afín. Ambos solían reunirse en una ronda de mates en aquella casa de la calle Von Wernicke 60, casi esquina Diego Carman y acaso esa familiaridad con el lugar haya sido motivo más que válido para asegurar su presencia en aquella jornada de despedida al “Zorzal”, el 5 de noviembre de 1933 en la antevíspera de la gira de la que nunca regresaría.

                                                 Stud Yeruá en Boulogne.

Esa propiedad otrora de Francisco Maschio que recibiera el mismo nombre del stud que ya poseía en la calle Olleros de la metrópoli porteña quedó para siempre grabada en mi memoria y siempre me asaltó la inquietud de que el sitio no pasara inadvertido para el resto de los vecinos. En consecuencia, cierto día me apersoné a los actuales propietarios del lugar, la firma Urruti y asociados, dedicada a la actividad inmobiliaria, para anoticiarlos del ilustre visitante que alguna vez tuviera la finca y plantearle la posibilidad de recordarlo para los tiempos. La charla prosperó y el 24 de junio de 2008 se descubrió la placa que instala paralos tiempos la presencia de Carlos Gardel en esta porción del terruño lugareño.

Entrando ya en profundidad al tema que nos incumbe quizá se pueda tomar la posible primera referencia que se tenga de Gardel con algún hipódromo el 30 de enero de 1913. Fecha ésta en que su madre Berthe Gardés se apersona en una dependencia policial para denunciar la desaparición de su hijo, Carlos Gardés, de nacionalidad francesa y 22 años de edad, entre otros datos de filiación. Horas más tarde de producido este hecho es la misma Doña Berta que pasa a retirar la denuncia, su hijo había retornado de su visita al Hipódromo de Longchamp…

Sería interminable querer detallar cada uno de los vínculos ciertos entre Gardel y el turf, acaso me conformaría en destacar los más salientes como por ejemplo cuando conoce a quienes con el tiempo serían sus dilectos amigos Irineo Leguisamo y Francisco Maschio. Cuentan los que saben que el fortuito encuentro se produjo en el Hipódromo de Maroñas de Montevideo cuando corría el año 1921. De allí en más comenzó a gestarse una amistad que se vería robustecida con el tiempo. Demás está decir que cuando el “Morocho” decide formalizar su presencia efectiva en el medio turfístico con caballos de su propiedad el consultor obligado es Francisco Maschio y la monta preferida de sus caballos Irineo Leguisamo. Gardel fue propietario de los studs Las guitarras y Gardel C. El primer animal y a la postre el más trascendente adquirido por Gardel fue Lunático nacido el 25 de septiembre de 1922 en el haras “Ojo de agua”. Era hijo de Saint Emilión y “Golden Moon”. La operación se hizo en cinco mil pesos de los cuales dos mil se abonaron al contado y el resto se iba amortizando con los resultados. Desde el 26 de abril de 1925 en que hace su primera incursión en la arena hasta el 9 de mayo de 1929 en que se produce su retiro definitivo le produjo a su propietario $ 72.450 en dividendos. Se afirma que con lo obtenido por alguno de esos resultados favorables Gardel adquiere en 1929 la casa de Jean Jaurés 735 para obsequiarle a su madre.

Los hijos de Lunático fueron “Reviro” y “Mala entraña” que no alcanzaron demasiada relevancia. A lo largo de sus presencias Lunático obtuvo 10 triunfos, 6 segundos puestos, 8 terceros, 6 cuartos, 1 quinto y sin figuración alguna en 5 carreras. Quizá la alegría más grande en cuanto a sport se refiere se dio el 20 de febrero de 1927 cuando con un Leguisamo inspirado llegó victorioso a la meta, sobre los 2,800 metros que establecía la prueba, aventajando al segundo por tres cuartos cuerpos. Pagó $ 31,70 a ganador y $ 10,65 a placé. El último triunfo que obtendría Lunático sería también sobre una distancia de 2.800 metros, el 25 de diciembre de aquel 1927 y con la monta del “Pulpo”.

Además de Lunático, Carlos Gardel fue dueño de otros caballos, “La Pastora”, “Amargura”, “Cancionero”, “Theresa” “Explotó”, “Mocoroa” y “Guitarrista” que no alcanzaron a trascender.

Mejor suerte con los caballos sin duda tuvo José Razzano que con “Montecristo” se adjudicó varios grandes premios.

Los jockeys que supieron montar los caballos de Gardel además del citado Leguisamo fueron en ocasiones Justino Batista, José Canal, Pedro Costa, Carlos Ferragut, Félix Rodríguez y Emilio Ruiz.




Entre las cosas que dejó pendientes el “Zorzal” referidas al turf pueden citarse el agasajo a Irineo Leguisamo y Francisco Maschio producido el 19 de diciembre de 1932 en el Armenonville por haber ganado la triple corona y ser los virtuales ganadores de las estadísticas en carácter de jockey y cuidador respectivamente. Por entonces el “Morocho” estaba regresando de Europa donde había sido requerido por compromisos profesionales y en su representación concurrió su apoderado Armando Defino.

También merece citarse aquella promesa de concurrir a la inauguración del circo hípico local, el coqueto estadio orgullo de los sanisidrenses, hecho producido el 8 de diciembre de 1935, obviamente truncado por la tragedia de Medellín.

Y por último, frustrado por la misma causa que la citada anteriormente, la filmación de la película El caballo del pueblo que lo contaría como protagonista. El film finalmente se estrenó el 15 de agosto de 1935, lo dirigió Manuel Romero y tuvo por protagonista a otro vecino de este pueblo, Juan Carlos Thorry que vivía en la calle Washington de la actual ciudad de Beccar.

Este sea acaso solo un esbozo de una temática tan rica como “Gardel y el turf”. Sería necesario mucho más tiempo para hacer una exposición más completa, no obstante, esto quiso ser este el establecimiento de un vínculo entre los pingos desatados en una infernal carrera conducidos por jinetes de chaquetillas de colores vistosos, una multitud desaforada que impulsa a la victoria y el más grande cantor popular de todos los tiempos.


Haydeé Margarita Sosa: De Martínez. Egresó como licenciada en la primer promoción de la Universidad del Tango. Fue Socia fundadora del Centro Cultural del Tango Zona Norte, Academia Correspondiente de la Academia Nacional del Tango, entidad de la que ostenta el N° 2 de asociada y en la que desempeñó diversos cargos en su Comisión Directiva, entre ellos prosecretaria y vocal en diferentes períodos. Escribe poemas y letras de canciones teniendo registradas en SADAIC varias de ellas que llevan músicas de Tito Ferrari. En varias oportunidades le tocó llevar adelante charlas que supo desarrollar con singular solvencia en jornadas culturales de la muestra “Dos por cuatro, por dos en grises”, ”Gardel y el turf. Fue amiga personal de Roberto Rufino y su esposa Perla Lorenzo, ambos fallecidos, con los que compartió innumerables eventos dedicados al tango.

 

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 VERSOS PARA GARDEL.

 De Adolfo "vazco" Zabalza.

Versos que manifiestan el sentimiento y evocación del escritor al cumplirse 87° de la partida física de Carlos Gardel.

"Dedicado al ídolo popular"


     EL MES FATAL

 

El viejo arrabal porteño

cuando entra junio llora

y en sus calles rememora

a quien del tango fue dueño,

aquél que privó del sueño

a mujeres que lo amaron,

a malevos que envainaron

para escuchar silenciosos,

el modular cadencioso

de una voz que no olvidaron. –

 

Es junio mes de congoja,

es recuerdo y lagrimón

y es el fuego de un avión

dejando almas perplejas,

es que junio ver se deja

como el que trajo el dolor,

de llevarse aquella flor

que al tango le diera vida,

porque fue la voz querida

que le dio luz y color. –

 

Yo no puedo perdonarte

pues te lo llevaste a él,

al gran Don Carlos Gardel

de nuestro tango, estandarte,

perdóname al acusarte

pero es más fuerte que yo,

y si una grima rodó

por mi rostro compungido,

será porque estoy dolido

por quien en junio murió. 

                 Adolfo “vasco” Zabalza



             1935.


Ochenta y siete años hace

en que el genio y su figura,

partiera hacia las alturas

en busca de otro paisaje,

aquí quedó el encordaje

de su recuerdo sentido,

y el Buenos Aires querido

que de niño lo acunó,

como hijo lo adoptó

apenas hubo venido.

 

Su voz no habrá de apagarse

porque es la voz inmortal,

patrimonio del arrabal

donde supo perpetuarse,

aplausos supo ganarse

la garganta angelical,

de aquel llamado “zorzal”

que, por obra del destino,

dejara al pueblo argentino

llorando el triste final.

 

Como en años anteriores

silencio habrán de guardar,

quienes lo han de respetar…

guitarreros y cantores,

el cielo, tendrá las flores

que aromarán la querencia,

de quien su sola presencia

al cielo iluminará….

y un tango canción se oirá

con el brillo de su esencia.

 

Reciedumbre, simpatía,

generoso y gran galán,

condiciones que hoy están

presentes en nuestros días,

la sonrisa que tenía

realzaba su figura,

y la muerte prematura

nos privó de tanto encanto,

hundiéndonos en el llanto

de tristeza y amargura.

 

Y así pasarán los años

con el recuerdo presente,

de aquella fecha doliente

para los hombres de antaño,

que nadie se llame a engaño

si piensan que aquí termina,

esta pasión argentina

por quien al tango canción,

le entregó su corazón

en la ochava de una esquina.

 

No lo he querido nombrar

porque el mundo lo conoce,

y fue entre todas las voces

la que está en el gran altar,

su carisma fue sin par

sobre cualquier escenario,

y el artista legendario

que en la pantalla brillara,

pidió a Dios que lo dejara

canturrear en su santuario.

                          Adolfo vasco Zabalza.



TANGO Y CANCIÓN

 

Tango canción que naciste

cuando tus notas tangueras,

sintieron por vez primera

el beso de Mi Noche Triste,

de Castriota y Contursi fuiste

la prenda más codiciada,

y cuando fuiste grabada

por el eterno zorzal,

fue tu nombre el pedestal

de nuestra música amada. 

 

Don Carlos Gardel ha sido

con su técnica expresiva,

el que le dio luz y vida

al nuevo tango nacido,

es por eso que he querido

tus virtudes resaltar,

virtudes que a no dudar

con el correr de los tiempos,

se harán carne y sentimiento

del mundo en cualquier lugar. 

 

Ya todo un siglo pasó

desde aquel lejano día,

en que la noche traía

la voz de quien te cantó,

todo el mundo te aclamó

por tu ritmo y tu decir,

serás la rosa de abril

en todo jardín tanguero,

y el eterno mensajero

del tango macho y gentil. 

                            Adolfo vasco Zabalza


Adolfo "vasco" Zabalza. Escritor, actualmente tiene 85 años, siete libros editados escritos en Décimas, vive en su Pergamino natal. En el 2004 el Gobierno del país vasco editó en su libro "Vascos por el Mundo" nº 5, la biografía de su padre. En el 2011 recibió el Premio Cultura de su ciudad  y en el 2013 recibió el agradecimiento del Papa Francisco por los temas que le enviara ese año. Año 2018 obtiene el primer premio por la letra del Himno a Pergamino y en el 2019 el Concejo Deliberante de Pergamino lo nombra Pergaminense Sobresaliente.- Tiene en su haber 156 nominaciones en distintos Concursos Literario, locales y en el extranjero. Sus escritos se basan en la impronta de su pensamiento, nunca estuvo conectado a Taller Literario alguno.

 


 

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martes, 29 de marzo de 2022

Reportaje a Eduardo Morera.

En un reportaje
 recordó a Carlos Gardel. 
Para "La Naciónaño 1985.
                      

   "El cine registró la muerte de Gardel para la historia"
          
           
                     Foto: Jorge Quiroga

Entrevista realizada por Carlos Fraga/ La Nación.

Eduardo Morera con setenta y nueve años y una larga carrera en el mundo del espectáculo. Trabajó en la compañia de Muiño - Alippi cuando tenía apenas dieciséis.
Fué uno de los primeros galanes del cine mudo argentino, pero no solo se destacó como actor  sino también como realizador. Dirijió a intérpretes de la talla de José Gola, Luis Sandrini y José Mojica, y títulos como: Ídolos de la radio, Por buen camino,Un bebé de contrabando y Melodias de América.
Es también el responsable de las primeras películas sonoras sistema Movietone (con sonido impreso en el celuloide) que se filmaron en el país.
Fueron quince cortometrajes protagonizados por Gardel, que alguna vez se han proyectado conjuntamente bajo el título de  "Así cantaba Carlos Gardel".

Aunque Morera se retiró de la actividad cinematográfica en 1942 y dice: "porque me daban más trabajo los productores que las películas" y vive hoy de una jubilación que le fué otorgada gracias a la gestión de Ulises Petit de Murat; es mucho lo que tiene para contar de aquellos primeros balbuceos del cine nacional y de ese mito indiscutible para los argentinos:
Carlos Gardel.

Reportaje:

¿Como nació su relación con Gardel y la posterior filmación de los cortos?

En 1930 los cines pagaban derechos fijos por los filmes y sus complementos.
Yo trabajaba para el noticiero Revista Vall que estaba financiado en parte por el diario "Crítica" y se me ocurrió filmar varias cosas para completarlo. Se contrató a Azucena Maizani, a Mercedes Simone, a Magaldi-Noda y a Gardel Razzano.
Mi relación era más estrecha con este último y le hablé para que convenciese a Carlitos que no quería saber nada con el asunto de filmar.
Razzano, entendía que un actor es un "producto" pensaba que aunque sea de calidad hay que venderlo. Por eso insistía en que Gardel filmase y terminó venciendo la feróz resistencia del cantor a los sets. Filmamos quince cortos, pero hubo cinco que salieron mal.
Los otros diez, donde junto al Zorzal aparecían: Leguisamo,Discépolo, Celedonio Flores, son: Añoranzas, Canchero, El carretero, Enfundá la mandolina, Mano a mano, Padrino pelao, Rosas de otoño, Tengo miedo, Yira yira y Viejo smoking.
Todos tenian un pequeño sketch introductorio; eso permitía que Gardel cantara la melodia cuyo título llevaba el corto.
Filmamos en "estudios" ubicados en un garaje de la calle México y Piedras durante un mes y medio. En todo ese tiempo no logré que Carlitos dejara de quejarse cada vez que debía someterse al rigor de los reflectores.
Y decía... Otra vez el baño turco!

¿Sin embargo, los historiadores suelen afirmar que Gardel era precisamente, un asiduo usuario de los baños turcos...

Es que tenía serios problemas para mantenerse en peso. Aunque pocos lo hayan visto en un filme del cine mudo, donde aparece un Gardel casi irreconocible con casi 130 kls.
Mientras trabajábamos juntos todas las mañanas hacia footing y a menudo jugaba pelota a mano. Almorzaba muy frugalmente y después de una caminata por el balneario se dirigía inevitablemente a un instituto de baños turcos. En ese sentido mantenía una rígida disciplina.

¿Solo con eso? ¿ No era igualmente severo para con su trabajo?

Carecía de visión comercial y era bastante juerguista. Le gustaban las mujeres y los caballos. Solíamos ir  junto con Leguisamo y Canaro al hipódromo, entrábamos en tranvia por la ex avenida Alvear. 

¿Pero al menos, le gustaría cantar, disfrutar su don?

Si, sobretodo óperas, y con su voz de barítono lo hacía maravillosamente.
En cuanto al tangono solo lo interpretó incomparablemente  sino que además enalteció sus letras.. Y debemos reconocer que, aún apesar suyo fué el introductor del cine argentino en el mundo. En esa época no nos aapoyaba nadie y sin embargo conseguíamos mercados.
Fíjese que he tratado bastante a un embajador de Cuba y él me contó que allá en los cafés donde hay televisión, aún se pasan las películas de Gardel; a la gente le gustan tanto que las ve infinidad de veces e inclusive como saben los diálogos de memoria, juegan a repetir los parlamentos de las diferentes escenas.

¿Una vez finalizados los cortos, terminó su relación con Gardel?

No, para nada. Tendría que haber viajado con él a New York, pero un problema, digamos "de orden sentimental" me lo impidió.
Cuando Carlitos volvió, nos encontramos a menudo y no se cansaba de comentarme  cuanto lo había impresionado aquella ciudad . Admirado me explicaba una y otra vez como se filmaba allá¡imagínese usted si habría lugar para el asombro! eran tantas las diferencias respecto a nuestras condiciones de trabajo.... Al hacer los cortos  habíamos tenido que poner las cámaras sobre un colchón  parar que el ruido que hacín al funcionar no apareciese grabado.
Pero volviendo a su pregunta, mi amistad con Gardel duró toda su vida. Y aunque no me hace feliz recordarlo fue para mi un honor ser uno de los responsables de filmar su entierro.
Todo el trayecto desde el Luna Park hasta La Chacarita.
Aquel día , la gente no miraba con agrado mi presencia y la de la cámara;sin embargo cuando esas escenas se proyectaron en los cines, hubo quienes llegaron a desmayarse.
Para los amigos y el público de Gardel fue un momento de intensa pesadumbre pero debía quedar registrado para la historia.

¿ Ya que hablamos de los amigos de Gardel, cual cree usted que fué el más íntimo?

No lo sé. Quizá Leguisamo. Lo que si me atrevo a afirmar que uno de los que más hizo por él fué Razzano. Después de la muerte de Gardel  José se acercó a Yankelevich para solicitarle que no dejara de difundir  las grabaciones de Carlitos.
Llegaron a un acuerdo que estipulaba el pago de un peso por cada versión emitida.


¿Como le gustaría finalizar esta entrevista?

Con una de las anécdotas preferidas de Gardel. El contaba que al llegar por primera vez a Madrid, fue al bar "Chicote"  y su famoso dueño le preguntó de donde venía y a qué se dedicaba. Cuando le contestó que de la Argentina y que era cantor de tangos, el oro repreguntó: 
¿ Y a usted, cuando se le escapó su mujer?

Cortesía - La Nación.

Eduardo Morera: Reconocido director de cine, recordado en especial por los cortometrajes que filmó en 1930 con la actuación de Carlos Gardel.
(1906 -1997)


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  Instituto Cervantes de Los Ángeles.  El Pueblo de Los Ángeles Historical Monument  y Los Angeles Cultural Heritage Preservation Society   ...