jueves, 16 de marzo de 2023

               UNA ESCENA INMORTAL

         

Es una de las secuencias más cumbres en su etapa del cine.

Lo acompañan Tito Lusiardo y Manuel Peluffo. Inspirado en un hecho real en la vida sentimental de Alfredo Le Pera.          La letra inspirada, refleja el terrible dolor de un hombre ante la muerte de su amada. Como muchas de las obras de Le Pera y Gardel, este tango en particular fue escrito con miras a ser incluido en la línea argumental de la película. Fue parte de la vida real, una experiencia personal del romance de Le Pera con Anita Martínez que al igual que en la ficción también finalizó con la enfermedad y la muerte de la joven muchacha.

Mientras se filmaba la famosa escena versiones aseguran que se generó un clima muy tenso y conmovedor en el estudio. La cámara tomaba a Gardel en el escenario de una alcoba en donde había fallecido su esposa. En tanto la orquesta, estaba fuera de su campo de visión. El cantante se acercó a una ventana, descorre un instante la cortina, vuelve sobre sus pasos, murmura algo a su hijita y comienza a cantar los dos minutos y medio que dura el tango en un completo silencio de la audiencia que después, se rompió al final con un estruendoso aplauso. En su argumento, su esposa Margarita había fallecido. La historia se recarga dando un salto de varios años cuando el personaje de Gardel ya mayor  junto a su hija Marga, (también interpretada por Rosita Moreno) quien ha logrado el éxito como artista pero el amor llega a su vida.

 Al final Carlos, regresa a Buenos Aires, dando lugar a la famosa versión del tango "Volver" cantado desde la cubierta del barco que lo trae de vuelta a su Buenos Aires Querido.

 "Narra el director Terig Tucci en sus memorias que cuando la filmación incluía a Gardel eran muchas las personas que concurrían a presenciar la grabación, Es una de las secuencias más cumbres en su etapa del cine.


Reparto:

Carlos Gardel (Julio Argüelles)

Rosita Moreno (Margarita/Marga)

Tito Lusiardo (Rocamora)

Manuel Peluffo (Saturnino)

Francisco Flores del Campo (Daniel Dávila)

José Luis Tortosa (Pedro Dávila)

Fernando Adelantado (Carlos Argüelles, el padre)

Suzanne Dulier (Pepita)

Celia Villa (Juanita)

Agustín Cornejo (guitarrista)

Alberto Infanta (policía)

Astor Piazzolla (canillita)


GARDEL SIGLO XX  -  EDUCAR CULTURA.

De Saide Abdalá

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lunes, 25 de julio de 2022

EL HOBBY DE CARLITOS.

Escribía los autógrafos con la mano izquierda.

                                   

Carlos Gardel, escribía con las dos manos. Un antecedente que denotaba que era ambidiestro.

Para él era un "hobby". Con la derecha hacía brotar notas magistrales a su guitarra gaucha, y con la zurda escribía las dedicatorias en postales y retratos para sus amigos y todas sus admiradoras que formaban desfile en la emoción porteña y del mundo.

El gran cantor se entretenía de ese modo, cuando abandonaba el escenario y enfundaba la guitarra en sus momentos de ocio y de ensueño, Carlitos escribía sus cartas íntimas y firmaba autógrafos con la mano izquierda. Dicen también, que así se complacía el jilguero en su entretenimiento y que lo hacia cuando estaba solo para ocupar sus horas en esta tarea.

En relatos recaudados de la épocadiferentes amigos contaron que una vez conversando con el ídolo, él supo decir....

"Todo el mundo pone sus dedicatorias con la mano que utiliza corrientemente para escribir. Hace tiempo... Se me ocurrió que para las personas de nuestro mayor afecto había que hacer una distinción, y decidí de escribirles la dedicatoria con la mano izquierda".


El hobby de Carlitos lo sabía poca gente hasta que en 1921 "Critica", explicó su secreto.


 Fuente - revista "El alma criolla" Julio de 1935.


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Saide Abdalá - Difusora Cultural - Productora - Medios/ Prensa.

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jueves, 21 de julio de 2022



ISABEL DEL VALLE 
“LA NOVIA ETERNA DE CARLOS GARDEL
Su vida, romance, tragedia y la leyenda.

Alfredo Mazzei - Mario Fattori.

           

Isabel del Valle “La novia eterna de Carlos Gardel”, es un libro que en su contenido relata el romance que vivieron Isabelita del Valle y Carlos Gardel,
En sus memorias, incluye relatos y pasajes contados por el propio nieto de Isabel
Mario Fattori, quien en una iniciativa expone su documentación a la vista del lector con fotos, cartas, postales, obsequios, reportajes de diarios y anécdotas que su misma abuela le contaba a cerca de sus vivencias junto a su querido Carlos.
Fattori, desde su adolescencia tuvo un sueño hoy hecho realidad junto al trabajo mancomunado con Alfredo Mazzei, donde su objetivo principal fue cumplir a su querida abuela la promesa de plasmar su historia vivida con el rey del tango. En su contenido no intenta llevar a cabo una investigación periodística al respecto, pero si, conservar los hechos para la posteridad y el vivo recuerdo a la memoria del legado gardeliano. 

Mario Fattori: (Pando 1973) Nieto de Isabel del Valle.

Alfredo Mazzei: (Pando 1944). Autor de"Crónica casi toda verdadera de Pando". (2008), de las novelas  "Miracolo" (2018), y "Todo saldrá bien" (2019, Rumbo editorial), Pandenses (2020, Rumbo editorial) y de ensayos, poemas y relatos editados en publicaciones periodísticas y nunca reunidas en libro.Actualmente ,esta trabajando en la segunda parte de "Pandenses", creada con relatos entrañables suministrados por habitantes de Pando que no quieren que esas historias sean olvidadas.


               

Isabel Martinez del Valle: nació en Buenos Aires el 16 de marzo de 1907. Con apenas seis años cumplidos falleció su papá y por diversas razones, con su familia se mudaron a una casona del centro precisamente en la calle Sarmiento esquina Pellegrini, lugar en donde se conocieron con Carlos Gardel.  Isabel se educó en el colegio Santa Catalina. En su vocación de cantante lírica y que Gardel apoyaba, estudió canto con Gianna Russ. En marzo de 1934 integró el elenco del conjunto Narcisín en la obra “El Fantasma de la ópera que se presentó en el teatro Femina con cierto éxito. La foto de Isabel apareció varias veces en la revista Sintonía, en una de ellas con una epígrafe importante. También trabajó en la obra “Las joyas de Fausto”. Cantó en Bahía Blanca, Rosario y en el teatro Nacional. Interpretó el tango “Silencio”, pero luego tras la muerte de Gardel abandonó el canto. Pasado el tiempo se casó con el cantante lírico Mario Fattori con quien tuvo un hijo, Martin. A los años ya viuda regresa a la Argentina y se instala en Villa Ballester donde falleció el 4 de mayo de 1990.


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martes, 5 de julio de 2022

¿QUIENES SOMOS?


   GARDEL SIGLO XX. 

    Arte Tango a Gardel.



Es una organización sin fines de lucro, avocada a desarrollar en sus diversas áreas culturales la difusión universal viculada a la vida y obra del máximo catautor del habla hispana. mundialmente conocido.

Emprendimiento aprobado y declarado de Interés Cultural y Turístico por los diferentes organismos de Gobierno.
Cultura, Turismo de Nación y Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Declarado de Interés por la Legislatura Porteña, Legislatura de la Provincia de Córdoba CILE.
Congreso Internacional de la Lengua Española.
Embajada de Colombia..
Premio Raices, y Mención Poldy Bird entre otras destacadas para todo el apoyo a la iniciativa creada.


PROYECTO VOLVER A GARDEL - ARTE TANGO.


“Educación  y Cultura a través de las nuevas eras ”

Dedicado a desarrollar la difusión del tango, la vida y obra de Carlos Gardel.
En sus diversas disciplinas: el arte,  la plástica, la literatura, el canto y la danza. Principalmente, el emprendimiento tiene como objetivo: difundir el legado de nuestro siempre recordado Zorzal Criollo.
Las diversas disciplinas artísticas ensabladas le dan un marco a la figura mística del siempre recordado cantautor.
Las pinturas, los objetos y la documentación, recorren los tópicos de la cultura del siglo pasado difundiendo a Carlos Gardel el creador del Tango Canción y junto con la historia
entre otros circuitos reconstruidos para la preservación de la idiosincrasia, se exhibe en cada presentación material que posee un alto nivel de expresión simbólica en todos sus detalles. La muestra artística está ornamentada al arrabal colonial de antaño.
La misma se funda , con la intención de difundir la imágen y la vida de quien hasta estos dias es inolvidable.

Trabajando comprometidos, logramos concienciar y concientizar a las nuevas generaciones. Con el objetivo de preservar la identidad que pertenece a la cultura del mundo.

Cada proyecto se complementa con actividades en donde se vinculan al arte en la plástica, el canto, la danza y la literatura entre otras destacadas.


CGEmprendimientos.
Saide Abdalá.
Productora y difusora Cultural - Prensa SI
Emprendimiento Volver a Gardel y Arte Tango con Gardel.

https://www.youtube.com/watch?v=-_FyKORhd-g&t=9s


miércoles, 15 de junio de 2022

 GARDEL, SAN ISIDRO Y EL TANGO.

 Por Jorge Tirigall.


Es digno de destacar el paso de Gardel por San Isidro, pero lo más notable sin duda, fueron sus cinco actuaciones durante los últimos seis meses en Buenos Aires.

Veamos entonces por orden cronológico aquel lejano 1933.

El 13 de mayo se presenta en el Cine Acassuso, hoy desaparecido, sobre la calle 9 de Julio al 500 como parte de las celebraciones de San Isidro Labrador contratado por el entonces intendente Mario Lambertini. Cuenta una hija del citado Aída Lambertini de Muñiz que esa noche el Intendente y el “Zorzal” se disgustaron porque éste pretendía que ingresara la gente que había quedado en la puerta sin  acceder a la sala y el Intendente se rehusaba a permitirlo si no abonaban su correspondiente entrada.

Un mes exacto después, el 13 de junio se produce  la segunda presentación en la Avenida Santa Fe 1860 de Martínez.

Fue en el cine Astro, hoy el predio está ocupado por una sucursal del Banco Francés; se firmó el correspondiente contrato que aseguraba la presentación José Razzano en carácter de apoderado de Gardel.


            

                 Contrato para la actuación de Carlos Gardel del 13/6/33.

El cine, propiedad de Ido Bentivogli, ofrecía a su personal de boleteros y acomodadores la posibilidad de utilizar la sala en su usufructo los días que regularmente no había actividad para que de alguna manera pudieran incrementar sus ingresos.

Por entonces Víctor Ruano, vecino de Martínez, era director de Radio Callao y su esposa era habitué del cine Astro. Alguien del personal apellidado Galindo se atrevió a proponerle a la dama que a través del contacto de su esposo con las figuras del espectáculo pudiese gestionar la presencia de tan prestigioso cantor.

Felizmente la gestión llegó a buen puerto y ese día además del matrimonio estaban en la sala dos entrañables amigos de Gardel, Irineo Leguisamo y Francisco Maschio, que ya a sabiendas de la inauguración del Hipódromo de San Isidro había establecido su stud “Yeruá”, el mismo nombre que aquel de la calle Olleros en las Lomas de San Isidro.

Testigos presenciales certifican que Gardel inauguró su actuación con el tango “Leguisamo solo” en homenaje al amigo presente.

Enrique Leonardi, propietario del cine Select también de Martínez, destruido por un incendio cuenta que Gardel al enterarse el motivo para el cual se destinaba lo recaudado no quiso cobrar un centavo por su actuación. Cabe acotar que Gardel había prometido su asistencia a la inauguración del Hipódromo de San Isidro, promesa que no pudo cumplir al producirse la tragedia de Medellín el 24 de junio y la  inauguración  se concretó el 8 de diciembr

La siguiente presentación fue el 22 de septiembre en el Real cine Teatro Stella Maris propiedad de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Cultura "Dante Alighieri" de San Isidro, sito en Martin y Omar 399. Este cine cambió en varias oportunidades su denominación siendo ellas Las Flores, Mignon y San Isidro.

Recuerdos anecdóticos de aquella velada fue el corte de una cuerda en la guitarra de Riverol que este con suma prisa reparó antes que Gardel concluyera con su canto y la escasa asistencia que apenas cubría media sala. Cuentan los testigos presenciales de aquella visita, que Gardel llegó con su automóvil que luego se retiró y sus guitarristas, en tanto lo hicieron en el tren del alto.

Culminada la actuación todos juntos emprendieron el retorno a la Capital, haciendo un alto en el café La Covacha, esquina de Belgrano y Acassuso, propiedad del vecino Mauricio Ramírez donde a pedido de los parroquianos allí presentes accedió a hacer algunas canciones.

Se daba así la cuarta presencia de Gardel en aquel 1933.

La quinta y última se produjo el 5 de noviembre en el stud "Yeruá” sobre la calle Von Wernicke a   metros de Diego Carman.

                                       

Esa propiedad fue pasando desde que los herederos de Francisco Maschio se desprendieran de ella siendo los primeros en adquirirla los hermanos Moscón. Uno de ellos con su seudónimo de Juanca Tavera también fue otro de los tangueros ilustres de este suelo.

De los Moscón pasó a ser propiedad de Bianchi otro empresario local para ser en la actualidad Urrutti y asociados, empresa dedicada a la actividad inmobiliaria.

Algunos de los asistentes a aquella multitudinaria reunión que servía para despedir al cantor de la gira de la que no retomaría fueron los jockey Irineo Leguisamo, Carlos Ferragut, Alfredo Peluffo, Genaro De Palma, Jorge Mernies y Julio Iberra, los cuidadores Francisco Maschio, Nicolás Berazategui, Wenceslao Borgonovo, Luis Saini, Emilio Ridella, Bartolomé Cardinali, Juan Mariotti, Ángel Penna,Germán, Vichera, Ambrosio Elnen y José Bordón, los veterinarios Tubal Rodrigo, Humberto Caraciocciolo, los dueños de caballos de carrera Jorge Ravier, Roberto Coquet, Lauro Vericiarto y Eulogio collado además de gente del espectáculo como los hermanos césar y Emilio Ratti, Raúl rosales, los guitarristas Julio vivas, Guillermo Barbieri, Horacio Pettorossi y domingo Riverol, el cronista de turf Arturo Gavasso, otros personajes del turf como Alfredo Frigerio, José Pesce, Antonio De Luca, Atilio Balzano, “Chico” López, Francisco Bigliolia, Guillermo Liparelli y Gregorio Bidegai. Estaban también el centro tradicionalista Leales y pampeanos de Avellaneda representado por Horacio Orquin, Roberto Roncayoli, Amadeo Desiderato y Santiago Rocca.

Otras personalidades presentes fueron Armando Defino, Adela Blasco Defino, Isabel del Valle, Emma Rodríguez, Juan Bocasso, Antonio Sumage y Ramón Maschio.

Después de la medianoche se hizo presente la orquesta de Edgardo Donato.

De aquella  reunión  es  la  fotografía  en  primer plano de Gardel, sentado con un bandoneón desplegado sobre sus rodillas teniendo de laderos a izquierda y derecha a Irineo Leguisamo y Francisco Maschio en idéntica pose.

Otra cosa que merece destacarse son los hitos que recuerdan a Gardel en San Isidro. El primero de ellos una placa descubierta por la Asociación "Hijos y Amigos de San Isidro", que data del 24 de junio de 1989 y donde fue orador Jorge Tirigall en el mismo.

Sitio que antes ocupara el Cine Real el Centro Cultural del Tango Zona Norte. Academia Correspondiente de la Academia Nacional del Tango colocó la suya el 24 de junio de 2004 siendo oradores los Sres. Rodolfo Omar Zatti y Rubén Fiorentino.

El 11 de diciembre de 2006 en el Hipódromo de San Isidro la Asociación Gardeliana Argentina descubrió un busto obra del escultor español Santiago de Santiago.


                          Busto a Carlos Gardel en el Hipódromo de San Isidro.

El 24 de junio de 2008 en el sitio donde otrora estuviera el stud “Yeruá”, hoy Urruti y asociados el Centro Cultural del Tango Zona Norte descubrió una placa teniendo de orador al Sr. Rubén Fiorentino.

                              Actualmente placa en donde estaba el Stud "Yeruá".

El 11 de diciembre de 2012 el Centro Cultural del Tango Zona Norte descubre una placa en la Plaza Carlos Gardel de Beccar que se agrega a otras que ya habían colocado en ese puntual sitio otras entidades. Son oradores en el acto los Sres.Tirigall y Fiorentino.

Dupla esta que se repite convocados  por el Centro Cultural del Tango Zona Norte en el desaparecido Cine Astro de Martínez, lugar ocupado hoy por una sucursal del Banco Francés fue el 13 de junio de 2013 al cumplirse el octogésimo aniversario de la presencia del “Zorzal” en ese sitio puntual.

También la Asociación “Hijos y Amigos de San Isidro y San Isidro Tradicional colocaron otra placa en lo que fuera el Cine Acassuso, 9 de julio 525, hoy San Isidro Plaza Hotel.


Jorge Tirigall: nació el 25 de octubre de 1929. Realizó sus estudios primarios y secundarios en San Isidro. Los primeros en el colegio Parroquial Carmen Arriola de Marín y los segundos en las Escuelas ArgentInas de Educación profesional (N°4).

Trabajó algunos años, durante la presidencia de María Marín, en ayuda social en San Isidro. Se jubiló en 1989, luego de cuarenta y dos años de trabajo siendo jefe de departamento, Área de Contraloría de la empresa Standard Electric-Siemens. Integró la Comisión Directiva de la Asociación San Isidro Tradicional. Actualmente preside la peña "Los cien del Reencuentro" es  Secretario administrativo de la peña de tango Rescate y Secretario de la Asociación "Hijos y amigos de San Isidro". Es socio fundador de las res instituciones. Es colaborador del Centro Cultural del Tango (Zona Norte) Su dilatada labor de investigación sobre el pasado sanisidrense se volcó no solo en artículos en periódicos: Prensa Chica, Costa Norte, La República de San Isidro, La Calabria, y revistas: El Mirador, Recuerdos de la historia vecinal sanisidrense, Divisadero Norte, sino también en conferencias y en la presentación de proyectos propios en el Honorable Concejo Deliberante de su partido.                          

Designado como jurado, por la Municipalidad de San Isidro, integró la Comisión que clasificó los conjuntos musicales en el festival  "El Retoñar de Algarrobo". Dedicado como hobby a la música, integró el conjuntos de Juanca Tavera durante once años y dirigió la Wilmington Jazz durante los años cincuenta.

Con orgullo siempre comenta que el respetado historiador sanisidrense Alfredo Monga lo calificó de investigador de nuestro cercano pasado.

Jorge Tirigall afirma que su título más querido es el de ser quinta generación de Sanisidrenses y nos deja plasmado su intensa labor de investigación que refleja a sus pagos, en su libro "San Isidro, algo de nuestro ayer". Actualmente es el presidente de "Hijos y Amigos de San Isidro".


 

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 GARDEL EN LA PLUMA DE LOS POETAS.

 Por Rubén Alberto Fiorentino.

                                Fragmento de fotografía en una escena de la película Cuesta Abajo.

Había una vez un mozo, morocho de franca sonrisa y pelo engominado, que al descubrir un zorzal en su garganta salió a recorrer el mundo creyéndose cantor. Algunos dijeron que era un mago, otros que nunca existió o que acaso lo inventó el ideario colectivo…Vaya a saber quiénes resultaron más certeros en sus juicios. Lo cierto es que el mozo en cuestión se convirtió en leyenda, leyenda que contrariamente a lo que muchos aseguran comenzó a gestarse mucho antes de su trágica e inesperada partida. Comenzó a escribirse cuando los bardos descubrieron en él al referente, al ídolo popular, al que sobresale del resto, al mejor amigo, al más pintón, al que cada día canta mejor…

Tal vez, Celedonio Esteban Flores, “El negro Cele”, como cariñosamente se le decía fue el primero en vislumbrar esas condiciones y en su inmortal esquina de Corrientes y Esmeralda lo instaló para los tiempos. Por cierto, no fue el único, muchos otros se encargaron de volcar en su pluma conceptos laudatorios que redundaron en canciones, poemas, historias que quise condensar en este pretendido homenaje. El culto a la figura de Gardel iniciado por los poetas se afianza en la tarea de difusores gardelianos desde el recordado Julio Jorge Nelson hasta nuestro entrañable amigo que se nos adelantó en la partida, Rolando Polito y se reafirma en nosotros que aprendimos a diferenciar entre el cantor de moda y el fuera de serie, el que aparecerá una vez cada mil años o nunca más…

Con el chambergo ladeao y un lengue blanco en el pecho, ya se creen con el derecho de hacerlo al Morocho a un lao. Pantalón afrancesao con taquito carretel, ¿qué hacemos con el cartel? Salgan, ñatos, del engaño, que, aunque transcurran mil años no habrá otro Carlos Gardel. –expresaba Alfredo Santos Bustamante en la milonga No hay otro Carlos Gardel que lleva música de Ángel Mazzolla y grabara Jorge Vidal con acompañamiento de guitarras.

Es evidente que Gardel establece un hito. Cierta vez, conversando con José Gobello sobre la llamada “década de oro del tango”, esa que se extiende desde fines del treinta y nueve hasta comienzos del cincuenta, el académico del lunfardo no coincidía en denominarla así, justamente porque en ella no estaba Carlos Gardel. Pascual Contursi fue el padre del denominado tango canción con su inolvidable Mi noche triste y Gardel fue quien inventó la forma de cantarlo. No hubo un antes, solo un después, de los que vinieron atrás, pero aquel modelo original jamás pudo ser mejorado, a pesar de las tecnologías superadoras que le otorgaron más chances a los buenos intérpretes que le sucedieron. Está tan fresca la imagen de Gardel instalada entre nosotros que nos parece mentira que su presencia terrena no le bastó para conocer la Corrientes ancha, el obelisco o concurrir a la inauguración del Hipódromo de San Isidro, hecho ocurrido el 8 de diciembre de 1935. “A través del tiempo y la distancia” como gustaba decir Nelson, Gardel sigue instalado en lo cotidiano, es el referente que premia a los mejores de cada rubro, el que nos sonríe desde la foto del colectivo, el que se muestra “eterno como un Dios o como un disco”, como imaginaba Humberto Constantini. Es el que nos hace el obsequio supremo de su canto desde los surcos de un disco con asma como asegura Horacio Ferrer, es alternativamente “el mago”, “el mudo”, “el bronce que sonríe”, “el troesma”, “el zorzal” o acaso simplemente “el morocho”, ese que comenzó a tallar fuerte en las lides del canto al lado del oriental.

Y así lo recuerda Enrique Cadícamo en aquellos versos escritos para la milonga El morocho y el oriental: “Ah, café de aquel entonces de la calle Olavarría, donde de noche caía allá por el año once... De cuando yo, en mi arrabal, de bravo tuve cartel. Y el Morocho era Gardel y Razzano El Oriental”.

Los bardos de la lírica porteña lo tienen siempre a mano para cantarle las loas que justicieramente se ganara, para ponerlo al frente de los ilustres finados del cancionero popular o para hacerlo juez supremo de un tiempo que ya no es el de antaño, con la esperanza que Carlitos, despliegue toda su magia y retrotraiga las cosas a los momentos que más nos gustaron, o por qué no, para que salga disparando cargado de indignación., tal como imagina Juan José Correia en ¿Qué te pasa Buenos Aires?

Todas las variables fueron contempladas y este trabajo de investigación y recopilación que me llevó por los caminos del canto, de la poesía y de los comentarios tratará de mostrarlo.

En materia de gustos no hay nada escrito, asegura un viejo dicho y realmente debe ser así. A la muerte de Gardel le siguió un cortejo de poemas necrológicos, de una factura exquisita algunos, pero que no dejan de ser necrológicos. Parecía que la mayoría de los poetas habían asumido el rol de viudas…Se me ocurría ¿Por qué ponerle tristeza a quién desde algún lugar nos sigue iluminando con su sonrisa eterna? Prefiero recordarlo de otra manera, morocho, glorioso, engominado, con sus inseparables escobas que aún lo seguirán acompañando en el otro mundo, “si es que hay un mundo pa´ los que se piantan” como versificaba Julián Centeya, aquel oriundo de Parma, Italia que se convirtiera en más porteño que el mismísimo obelisco. Me place imaginarlo convertido en patrón, en dueño absoluto de un tiempo, el tiempo de Carlitos y ubicarlo en un lugar cualquiera, por ejemplo, en Rivadavia y Rincón…Como lo sitúan José Razzano y Catulo Castillo en el mítico “Café de los angelitos”

Lo de ubicarlo en un tiempo pretérito resulta a todas luces lógico, fue el tiempo donde desplegó todo su arte, el tiempo en que en públicos de distintas latitudes enrojecieron sus manos de aplaudirlo. Tiempos en que las carteleras lo anunciaban con letras rutilantes, tiempos donde la prensa se encargaba de este cantor de origen humilde y un talento tan grande como sus ilusiones, que salió a conquistar el mundo logrando su propósito. Pero claro, nuestro si se quiere egoísmo, va siempre por más y un poeta de los quilates de Horacio Sanguinetti concibió en versos un deseo que abrazamos sin distinción todos los gardelianos, “me hubiera gustado verte, Carlitos Gardel añoso, con el cabello canoso, pero tenerte, tenerte”…

Gardel siempre está presente en la vida cotidiana, en un final cabeza a cabeza cinchando por el amigo dilecto “Leguisamo solo”, en los sueños del purrete que aspira a la consagración pegándole a la redonda para “ser como Ochoíta, el crack de la afición”, en la nostalgia del que abandonó el terruño y ahora ansía más que nunca “Volver”, en ese “Barrio pobre” cual las ropas de sus gentes que nos confiaba su garganta, en el esforzado padre que labura sin cesar para que el hijo pueda doctorarse, tal como lo describe “El morocho” en “Giuseppe el zapatero”, en la mujer castigada por la vida que aún se emociona contemplando una muñeca, como sabía expresarlo en “Alma de loca” y lo que es más difícil sin duda, estar presente en los tangos que jamás cantó… Decime bandoneón, qué tango hay que cantar, no ves que estoy muriéndome de pena.

Yo sé que en tus archivos se quedó un tango que Gardel nunca cantó. –como versificaba Cacho Castaña en ¿Qué tango hay que cantar?

Hablando de temas que jamás cantó la investigación me rebela una notoria curiosidad, la dupla Gardel-Lepera compuso una importante cantidad de canciones destinadas, en la mayoría de los casos, a ilustrar las películas que “El Zorzal” filmaba para la empresa Paramount. No obstante, una de ellas, incluida en uno de los filmes, fue bailada por nuestro evocado, pero no fue cantada. Se trataba del tango “Viejos tiempos” que años más tarde grabara un antiguo vecino de este partido, Aldo Campoamor con la orquesta de Juan Canaro. Esas perlitas que lo relacionan con San Isidro como aquel paso por el colegio salesiano donde el padre Castiglia, que años más tarde fuera el fundador del centenario templo San José de la calle Diego Palma, era su maestro de catequesis o también aquella foto de 1933 en la que aparece Gardel al centro, sentado con un bandoneón desplegado sobre sus rodillas con dos laderos ilustres en idéntica posición, tomada en el stud ”Yeruá” propiedad de Francisco Maschio en la calle Von Wernicke llegando a Diego Carman en oportunidad de despedir a Gardel que partía a la gira de la que nunca regresaría…pero claro tal vez abuso de un fanatismo por el suelo que nos cobija, los poetas encontraron más razonable recordarlo por ejemplo Héctor Negro que lo sitúa en un lugar emblemático de Buenos Aires como el Viejo Tortoni: Se me hace que escucho la voz de Carlitos, desde esta "Bodega" que vuelve a vivir. Que están Baldomero y aquel infinito fervor de la "Peña", llegando hasta aquí.

En Teoría sobre Gardel, un trabajo de Héctor Negro, el bardo decía que “jamás hay que confiarse poetas”, en alusión a lo expresado por Humberto Constantini en su poema Gardel donde acota “para mí lo inventamos, seguramente fue una tarde de domingo”, por eso esta cita que pasaré a relatarles resulta francamente descabellada. Pero historias son historias y no es mi espíritu ponerlas en tela de juicio. Los que somos padres o alcancemos en un momento de nuestras vidas esa condición, después de la euforia que provoca el nacimiento de la criatura y la confirmación del buen estado de salud del vástago y su madre deberemos, ineludiblemente cumplir el recaudo civil de anotar al nuevo ser con una filiación propia. Seguramente todos debimos o debamos enfrentar sugerencias que nos quieren condicionar a elegir tal o cual patronímico. Oigamos como resolvió la situación este gardeliano de ley como es Francisco Oscar Cittadino en Sin pensarlo: “Mi opinión estuvo ausente mientras ellos discutían, más nombres que por la guía flotaron por el ambiente. Luego, con tono sonriente saludando hasta más ver, doblé tranquilo el papel, fui al Civil y sin pensarlo... Le puse “Carlos Romualdo igualito que Gardel”...

Hay en nuestra vida de Nación una década a la que muchos no dudaron en tildarla de infame, eran los llamados años de la crisis, de las componendas y pactos a espaldas del soberano, cuando a Corrientes la hacían crecer a lo ancho y a Yrigoyen le escribían el diario. Una época que caló hondo en los nativos e inmigrantes, principalmente “tanos” y “gallegos” que debieron padecerla. Una época que no podía pasar desapercibida por los creativos de la canción popular que toman la posta de ser cronistas del tiempo que les toca vivir y la describen con lujo de detalles. Por supuesto esa fue la década del treinta, aunque otras posteriores, como acaso la actual intentan emularla. No obstante, como aquella bandera desplegada en Japón en ocasión de una contienda deportiva, podrán imitarla, pero igualarla jamás, porque en ella se percibe triunfal la presencia de Carlitos… -tal como expresa Héctor Méndez en Yo soy del treinta-

No necesariamente el recuerdo de Gardel está presente en los temas musicalizados, un sinnúmero de poemas se ocupan de él, de su vida y de su muerte, cuando a decir de Héctor Gagliardi: “lloraron hasta los hombres que lloran solo una vez”…No es casual que ello suceda, tamaña figura no podía generar otro tratamiento. Entonces, las grandes plumas de su tiempo volcaron todo su afán en exaltarlo, en alimentar ese mito que se estaba gestando en el corazón del pueblo que lo convirtió en su máximo ídolo y sin duda fue justicia. Esta investigación que me llevó a explorar todas esas vertientes acaso nunca podrá ser completa, porque siempre, con mayor o menor fortuna, habrá un poeta dispuesto a querer describir en versos a quien desde el bronce nos sigue sonriendo a perpetuidad como asegura Julián Centeya.

“Sigues estando en las cosas que conjugan el verbo de los días, permaneces en el domicilio del tiempo, existes, y es en tu siempre hallada voz vertical que nos transitas originando el milagro. Una indivisible devolución elemental de las cosas que registran, por ejemplo –digo, por ejemplo-, en aquel pasao de chatas y de rosas, la pared demorada, una trastienda, una lonja de barro que mide la casa del arrabal desolado y todo un cielo de nubes pardas y el olvido pedido a la copa de ajenjo. Contrapinta carpetera, sin balurdo, cadenera, nunca tendrás parecido. Devuelto en el acento de tu acento cabeceado, inalcanzable, único, el más impar, el solo, el eternizado, al evocarte en figura y el nombre, quiero decirme que en tu canto se domicilia, -¡única!- la honda raíz del hombre”. A pesar que los orígenes del tango son ubicados por los estudiosos a finales del siglo XIX y que Carlitos recién comienza a entonarlos en 1917 no es descabellado vincularlo con la gestación de este género que se inició sin más pretensiones que el baile y con el advenimiento del “Morocho del Abasto” y una pléyade de inspirados que dotan a la melodía inicial de letras que narran, en el breve lapso de aproximadamente tres minutos, sentidas historias de vida, se convierte en la canción ciudadana. El poder de síntesis alcanzado por los tangos es realmente una cosa por demás notable y digna de los más conceptuosos elogios. Pero antes de seguir ahondando en este crecimiento oigamos las reflexiones que nos hace Jorge Sassón en su Historia del tango. “Tango, tu pueblo te saluda y evoca triste el día aquél, en que sufriste fatal y cruel el maldito revés de la suerte, que equivocada trajo la muerte del gran Carlitos Gardel!”

La presencia de Gardel en la pluma de los poetas afines al tango es una constante. Hombres y mujeres versificaron sobre aquel morocho con berretín de cantor que comenzaba a gestar sus mentas, allá por el abasto. Es más, algunos reinciden una y otra vez con la manía de evocarlo, casos concretos de Horacio Sanguinetti en Milonga para Gardel o Discos de Gardel, Celedonio Esteban Flores en sus tangos Corrientes y Esmeralda y Gardel en Paris que lleva música de Nolo López y sus poemas Carlitos y Jilguerito criollo o acaso Leopoldo Díaz Velez, que se hace presente con La mesa del tango y Tango a Gardel que concibe hacia el año 1957 con música del recordado Ángel Vargas. “El ruiseñor de las calles porteñas” no tuvo oportunidad de grabarlo porque la vida nos lo arrebató antes, pero si Leopoldo que también despunta el vicio de cantar y lo lleva al disco en 1979. Pero claro, aún no hable de ellas y es justo que recuerde a Dorita Zárate, autora de una formidable página que tituló Zorzal algunos de sus pasajes en los que vale la pena detenernos. “Morocho de ojazos negros y chambergo requintao, Pañuelo florido al cuello y zapatos charolaos. Cantaba sentidos tangos con su voz sentimental, y allá en su barriada humilde le llamaban el zorzal”. No son los únicos trabajos al respecto cuya autoría corresponde a las damas. La investigación me llevó a toparme con muchas obras como por ejemplo Herencia de Nélida Vázquez. El atrapa corazones de Silvia Spitalnik, como Gardel y Es un soplo la vida de Martina Iñiguez. Cantando nació Gardel de Amanda Ledesma y seguramente habrá otros tantos que se me escaparon en ese afán de búsqueda. Gardel acaparó para si la virtud de ser amado por las mujeres, respetado por los hombres y la de ser admirado por todos. De no ser tan certera esta afirmación no podría concebirse que se vertieran en su honor calificativos tan elogiosos. Como los que escribe Humberto Constantini al imaginarlo “eterno como un Dios o como un disco” o simplemente Don Carlos como escribe Raúl Castro. “Don Carlos y niente piú, qué zorzal ni qué ocho cuartos / Ligador en el reparto de la eterna juventud / Como el flaco allá en la cruz perdonaste a la gilada / Con tu sonrisa pintada en un bondi trasnochado / Si hasta te baten "El Mago" por tu gola engalerada. Troesma de los botijas que junan como es la historia / Tu mirada es divisoria entre trucho y postalina / Sos la cara pensativa de una nami sin un viaje / El símbolo de coraje de una pechera a lo macho / Sos el ala de ese gacho que nunca se tomó el raje”.

 Gardel es el trino de los pájaros en un amanecer radiante, el gladiador invicto de mil combates, el amigo generoso que siempre tiende una mano, el que superando al tiempo y la distancia renace en cada tango, el goleador implacable de una jornada dominguera, el fiel compañero que nunca tuerce el rumbo, el troesma que da cátedra con su sola presencia, el que con mano experta y ojo avizor lleva al pingo a la victoria. Decía Horacio Salas: “lo compartimos como una metáfora nacional, perpetuamente engominado, detenido en medio de una sonrisa, mientras como un mesías inusitado, canta Volver, con la frente marchita…aunque uno sabe que regresará con el mismo rostro fresco, maquillado para el cine en blanco y negro, sin un asomo de arrugas. Un Dios que al decir del poeta español Fernando Quiñones, también canta como un Dios”…

Así primero fueron sus contemporáneos los que cantaron cuando acaso aún no era el mito sino una voz privilegiada que asomaba por el Abasto. Poco a poco también los poetas del libro fueron confesando su admiración sin vueltas ni reticencias como Mario Jorge de Lellis que escribió en su obra Hombres del vino, del álbum y del corazón un poema a Carlos Gardel al que obviamente lo ubica entre “los hombres del corazón”: “Era chambergo y lengue en el abasto, morocho caminar, gran tipo lejos, grababa el corazón en las cortadas y se metía de amigo hasta los huesos”. Hasta un poeta considerado exclusivamente para las élites como Alberto Girri no pudo escapar al hipnótico influjo de Gardel y sin renunciar a su estilo y personalidad también le dedicó un texto donde cuenta: “Y sucedió que, en medio del otoño, comenzaron a verlo día a día, sobrevivió en las madreselvas, de pie junto al farol constante”. Otro talentoso bardo contemporáneo como Héctor Negro se atrevió a ir más lejos aún y desarrolló su Teoría para Gardel… expresando “Y fue Gardel, nomás...Se le hizo el sueño. El sueño de cantor que fue creciendo con él y con su voz desde el Abasto, cuando cantó los cantos de su pueblo”.

Como olvidar en esta cita a Raúl González Tuñón que perpetuó en su pluma aquello de: “Y un día las banderas de los barcos anclados, saludaron solemnes la vuelta de Gardel, las milongas pusieron silenciador al fueye, las palomas del puerto volaron sobre él”…refiriéndose a la llegada al país de los restos mortales del cantor tras el luctuoso episodio de Medellín. Héctor Yánover, por su parte se despachaba con aquellos versos que anuncian: “la sombra de Gardel se escurre por los muros, donde hay carteles rotos que anuncian viejos bailes, la lluvia lentamente ha manchado, de sucios lamparones un tiempo de puñales”… Cadícamo en su libro Poemas del bajo fondo se anota entre los bardos gardelianos con El morocho, en cuyos pasajes recuerda: “Zorzal que entre el chaire de la vieja tropa, de nuestras barriadas, se llegó hasta el centro. Después, ya sus alas, tendió para Europa y el dorado triunfo le salió al encuentro”. Alguna vez expresó Alejandro Dolina: “Muchos de los momentos más intensamente emotivos que he vivido, las más grandes emociones artísticas, se las debo a Gardel. No hay ningún artista que yo quiera o admire como a él. Si estuviera condenado por el resto de mi vida a la percepción de un solo artista, tanto sea un pintor, como un literato o un músico, no dudaría un solo instante en elegirlo a Gardel” quizá se refiera a ese Gardel que, como Troilo, “siempre está llegando” quizá presidiendo ese original desfile que plantea Raúl Hormaza en Cien guitarras: 

“Las violas irán al frente de malvón bien perfumadas,

de malvón bien perfumadas, por un ángel adornadas en color blanco y celeste,

y aunque nombrarlo me cueste es tanto el cariño a él, hágame caso esta vez

pare el tránsito le pido: “Mi Buenos Aires querido”…viene cantando Gardel”.

Narrar las impresiones y sentimientos que despierta Gardel en tantas ilustres plumas demandaría esta y muchas tardes, acaso este quiso ser tan solo un intento que sirvió para reunirnos a poco más de ochenta y tres años de aquel día en que el “Morocho del Abasto” alcanzó la inmortalidad. Esas plumas son voceras de muchos de los que no podemos expresarlo en palabras pero que albergamos idénticos sentimientos, por eso estas jornadas, por eso el desarrollo de esta trama y las de mis colegas disertantes, por eso el compromiso de llevar a Gardel como estandarte en una cruzada tanguera que no tiene pausas y nos encuentra ahora con el máximo representante del canto popular de todos los tiempos, tributando este homenaje en el centésimo cuadragésimo aniversario de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y Cultural “Dante Alighieri” que generosamente abrió sus puertas para contenerlo.


Rubén Alberto Fiorentino: es nacido en San Isidro, Provincia de Buenos Aires el 4 de mayo de 1950. Cursó estudios primarios y secundarios completos y también cursó estudios de periodismo. Fue trabajador activo hasta julio de 2016, tiempo en que comenzó a gozar de su jubilación. Fue conductor de ciclos radiales, presentador de espectáculos, Incursionó en la poesía y la narrativa breve obteniendo éxitos en algunos de los certámenes que participó. Fue socio fundador y desde 2007 ejerce la presidencia, del Centro Cultural del Tango Zona Norte, Academia Correspondiente de la Academia Nacional del Tango. Antes de la obligada cuarentena era un participante activo de la movida cultural de Zona Norte del conurbano bonaerense en reuniones organizadas por el Círculo de Poetas de Boulogne, grupo literario Palabras vivas y SADE Filial Zona Norte. Actualmente participa como columnista de ciclos radiales y una revista virtual.


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Saide Abdalá - Difusora Cultural - Productora - Medios/ Prensa.

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 GARDEL Y EL TURF.

 Por Haydeé Margarita Sosa.

              

Criada entre pura sangre y trabajadores de esta actividad que dieron en llamar “el deporte de los reyes”, jamás me pude sustraer a ese inmenso cariño que le dispensaban al mayor cantor popular de todos los tiempos, todos los que conformaban ese ambiente, propietarios, vareadores, cuidadores, jockeys, etc.

Para certificar mi pertenencia a ese singular espacio bastaría citar acaso a mi tío abuelo Justo Sosa que fue sereno de noche del stud “Yeruá” de Lomas de San Isidro y de mi padre también vinculado al medio en un establecimiento afín. Ambos solían reunirse en una ronda de mates en aquella casa de la calle Von Wernicke 60, casi esquina Diego Carman y acaso esa familiaridad con el lugar haya sido motivo más que válido para asegurar su presencia en aquella jornada de despedida al “Zorzal”, el 5 de noviembre de 1933 en la antevíspera de la gira de la que nunca regresaría.

                                                 Stud Yeruá en Boulogne.

Esa propiedad otrora de Francisco Maschio que recibiera el mismo nombre del stud que ya poseía en la calle Olleros de la metrópoli porteña quedó para siempre grabada en mi memoria y siempre me asaltó la inquietud de que el sitio no pasara inadvertido para el resto de los vecinos. En consecuencia, cierto día me apersoné a los actuales propietarios del lugar, la firma Urruti y asociados, dedicada a la actividad inmobiliaria, para anoticiarlos del ilustre visitante que alguna vez tuviera la finca y plantearle la posibilidad de recordarlo para los tiempos. La charla prosperó y el 24 de junio de 2008 se descubrió la placa que instala paralos tiempos la presencia de Carlos Gardel en esta porción del terruño lugareño.

Entrando ya en profundidad al tema que nos incumbe quizá se pueda tomar la posible primera referencia que se tenga de Gardel con algún hipódromo el 30 de enero de 1913. Fecha ésta en que su madre Berthe Gardés se apersona en una dependencia policial para denunciar la desaparición de su hijo, Carlos Gardés, de nacionalidad francesa y 22 años de edad, entre otros datos de filiación. Horas más tarde de producido este hecho es la misma Doña Berta que pasa a retirar la denuncia, su hijo había retornado de su visita al Hipódromo de Longchamp…

Sería interminable querer detallar cada uno de los vínculos ciertos entre Gardel y el turf, acaso me conformaría en destacar los más salientes como por ejemplo cuando conoce a quienes con el tiempo serían sus dilectos amigos Irineo Leguisamo y Francisco Maschio. Cuentan los que saben que el fortuito encuentro se produjo en el Hipódromo de Maroñas de Montevideo cuando corría el año 1921. De allí en más comenzó a gestarse una amistad que se vería robustecida con el tiempo. Demás está decir que cuando el “Morocho” decide formalizar su presencia efectiva en el medio turfístico con caballos de su propiedad el consultor obligado es Francisco Maschio y la monta preferida de sus caballos Irineo Leguisamo. Gardel fue propietario de los studs Las guitarras y Gardel C. El primer animal y a la postre el más trascendente adquirido por Gardel fue Lunático nacido el 25 de septiembre de 1922 en el haras “Ojo de agua”. Era hijo de Saint Emilión y “Golden Moon”. La operación se hizo en cinco mil pesos de los cuales dos mil se abonaron al contado y el resto se iba amortizando con los resultados. Desde el 26 de abril de 1925 en que hace su primera incursión en la arena hasta el 9 de mayo de 1929 en que se produce su retiro definitivo le produjo a su propietario $ 72.450 en dividendos. Se afirma que con lo obtenido por alguno de esos resultados favorables Gardel adquiere en 1929 la casa de Jean Jaurés 735 para obsequiarle a su madre.

Los hijos de Lunático fueron “Reviro” y “Mala entraña” que no alcanzaron demasiada relevancia. A lo largo de sus presencias Lunático obtuvo 10 triunfos, 6 segundos puestos, 8 terceros, 6 cuartos, 1 quinto y sin figuración alguna en 5 carreras. Quizá la alegría más grande en cuanto a sport se refiere se dio el 20 de febrero de 1927 cuando con un Leguisamo inspirado llegó victorioso a la meta, sobre los 2,800 metros que establecía la prueba, aventajando al segundo por tres cuartos cuerpos. Pagó $ 31,70 a ganador y $ 10,65 a placé. El último triunfo que obtendría Lunático sería también sobre una distancia de 2.800 metros, el 25 de diciembre de aquel 1927 y con la monta del “Pulpo”.

Además de Lunático, Carlos Gardel fue dueño de otros caballos, “La Pastora”, “Amargura”, “Cancionero”, “Theresa” “Explotó”, “Mocoroa” y “Guitarrista” que no alcanzaron a trascender.

Mejor suerte con los caballos sin duda tuvo José Razzano que con “Montecristo” se adjudicó varios grandes premios.

Los jockeys que supieron montar los caballos de Gardel además del citado Leguisamo fueron en ocasiones Justino Batista, José Canal, Pedro Costa, Carlos Ferragut, Félix Rodríguez y Emilio Ruiz.




Entre las cosas que dejó pendientes el “Zorzal” referidas al turf pueden citarse el agasajo a Irineo Leguisamo y Francisco Maschio producido el 19 de diciembre de 1932 en el Armenonville por haber ganado la triple corona y ser los virtuales ganadores de las estadísticas en carácter de jockey y cuidador respectivamente. Por entonces el “Morocho” estaba regresando de Europa donde había sido requerido por compromisos profesionales y en su representación concurrió su apoderado Armando Defino.

También merece citarse aquella promesa de concurrir a la inauguración del circo hípico local, el coqueto estadio orgullo de los sanisidrenses, hecho producido el 8 de diciembre de 1935, obviamente truncado por la tragedia de Medellín.

Y por último, frustrado por la misma causa que la citada anteriormente, la filmación de la película El caballo del pueblo que lo contaría como protagonista. El film finalmente se estrenó el 15 de agosto de 1935, lo dirigió Manuel Romero y tuvo por protagonista a otro vecino de este pueblo, Juan Carlos Thorry que vivía en la calle Washington de la actual ciudad de Beccar.

Este sea acaso solo un esbozo de una temática tan rica como “Gardel y el turf”. Sería necesario mucho más tiempo para hacer una exposición más completa, no obstante, esto quiso ser este el establecimiento de un vínculo entre los pingos desatados en una infernal carrera conducidos por jinetes de chaquetillas de colores vistosos, una multitud desaforada que impulsa a la victoria y el más grande cantor popular de todos los tiempos.


Haydeé Margarita Sosa: De Martínez. Egresó como licenciada en la primer promoción de la Universidad del Tango. Fue Socia fundadora del Centro Cultural del Tango Zona Norte, Academia Correspondiente de la Academia Nacional del Tango, entidad de la que ostenta el N° 2 de asociada y en la que desempeñó diversos cargos en su Comisión Directiva, entre ellos prosecretaria y vocal en diferentes períodos. Escribe poemas y letras de canciones teniendo registradas en SADAIC varias de ellas que llevan músicas de Tito Ferrari. En varias oportunidades le tocó llevar adelante charlas que supo desarrollar con singular solvencia en jornadas culturales de la muestra “Dos por cuatro, por dos en grises”, ”Gardel y el turf. Fue amiga personal de Roberto Rufino y su esposa Perla Lorenzo, ambos fallecidos, con los que compartió innumerables eventos dedicados al tango.

 

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